jueves, 7 de mayo de 2009

Una historia de camellos (cuento arabe)



El viejo pastor sabía que se moría.

Toda su fortuna consistía en diecisiete camellos, que había ido llevando de pradera en pradera a pastar, y que también había alquilado a los conductores de caravanas, por una temporada.

Desde que se quedó viudo, hacía mucho tiempo, vivía en su tienda con sus tres hijos: Hussein, Hassan y Hassin.

¿Qué sería de ellos?, ésta era su preocupación.

Sabía que sus hijos, aunque buenos muchachos y trabajadores,

eran muy peleones.

Una tarde, cuando caía la noche, el viejo reunió a sus tres hijos en la entrada de la tienda y les dijo, mientras sorbía té con menta.

- Atended, hijos míos. Sé que no estaré ya mucho tiempo con vosotros. Sé que me queréis, y que realizaréis mis últimos deseos, así es que recordad esto: vuestra riqueza son los diecisiete camellos que os dejo. Vosotros os los repartiréis de la siguiente forma.

Tú, Hussein, eres el mayor; como has trabajado mucho tiempo conmigo mientras tus hermanos eran todavía niños, te dejo la mitad de mi manada.

A ti, Hassan, menor, que has trabajado también conmigo, pero menos tiempo que tu hermano mayor, te dejo la tercera parte de la manada.

Y en cuanto a ti, Hassin, que eres el pequeño y todavía no has tenido tiempo de trabajar mucho conmigo, pero tienes todo el porvenir ante ti, a ti te doy la novena parte de la manada. ¿Respetaréis mi última voluntad?

-Te lo prometemos, padre.

A la mañana siguiente, el viejo pastor se murió.

Sus tres hijos le enterraron en el desierto y rogaron a Dios le acogiese en el paraíso. Después se pusieron a pensar en el reparto de la manada.

Se acordaban bien de lo que su padre les había dicho, pero no llegaban a encontrar el modo de repartir diecisiete camellos en dos, ni en tres, ni en nueve. - Nuestro padre nos ha metido en un gran lío.

La mitad de diecisiete camellos es ocho camellos y medio. Se puede matar uno o venderlo y repartir el precio en tres. También se puede esperar a que las camellas tengan camellitos. Sí, pero, ¿si se muere una camella?

Los tres hermanos no llegaban a salir del embrollo.

Entonces vieron llegar un hombre montado en un viejo camello pelado del todo, que les pedía hospitalidad para la noche.

- Es Dios quien te envía -le dijo Hussein-. Tú podrás darnos un consejo.

Y le explicó el problema del reparto.

El viajero escuchó atentamente, reflexionó en silencio y después respondió:

- Hay una solución. Yo os doy mi camello. Así serán dieciocho animales y podréis hacer el reparto.

- De acuerdo -dijeron los tres hermanos-.

Verdaderamente es Dios quien te ha enviado.

Nuestro padre ha debido maquinar todo el asunto con él.


Entonces hicieron el reparto:

Hussein tomó la mitad, es decir, nueve camellos.

Hassan, la tercera parte, es decir, seis camellos.

Hassin, la novena parte, es decir, dos camellos.

Nueve y seis y dos: en total diecisiete camellos.


Y al día siguiente, por la mañana, feliz de haber encontrado la solución,

el viajero, sobre su viejo camello pelado, continuó su camino:

el camello dieciocho.

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